Después de que se cumplió la meta en la Teletón 2006 con más de 11 mil millones de pesos, la nueva noticia tiene relación con un caballero de cabellera oscurecida por el paso de los años.
Don Augusto Pinochet reiteradamente ha sufrido una enfermedad, ad portas de verse enfrentado a cumplir con condenas por las atrocidades cometidas en su –y lo digo entre comillas- gobierno.
Curioso es pensar en tales casualidades que lo llevan a enfermarse del corazón, pulmón o edemas, cuando al día siguiente los juzgados chilenos lo esperan para comparecer por los casos en que se investiga su mano y la del resto de sus amigos de armas.
La justicia chilena espera y espera, así como lo hacen millones de madres, hijos y parientes de aquellas personas que –y lo vuelvo a decir entre comillas- misteriosamente desaparecieron en aquellos años de horror para ellos y justicia para otros.
La enfermedad del señor “manos de belcro” como lo bautizó un inteligente amigo, viene a demostrar que cualquier persona en esta larga y angosta faja de tierras o de mentiras, tiene impunidad ante la señora que sostiene la balanza.
La pregunta que me hago como modesto e insignificante habitante de este país glorioso por superar las metas sociales para los niños discapacitados es ¿Cuál es el legado que dejó Pinochet, en su vida?
Detractores dirán que no es ninguno. Partidarios me enrostraran los índices económicos actuales. Pues yo no estoy seguro de “comprarle” a ninguno de los dos bandos.
Porque lo más atractivo de estos dos días de euforia social mezclada con llantos de las estrellas de la televisión por historias que no le pertenecen y enfermedades de dictadores que –y como lo dijo Coco Legrand- en el show de las 27 horas de Amor, Pinochet se parece a la Aloe vera. Pues mientras más lo investigan, más propiedades se le encuentran.
Pinochet representa perfectamente al chileno. Un tipo que ayer cooperó con todo el corazón y al día siguiente se enferma de ese mismo lugar.
